lunes, 14 de octubre de 2013

OBRA SIN TÍTULO


Si usted, mi hermano, quiere ser alguien en la vida
no de vueltas tan pendejas, no existe otra salida:
tener un título profesional es lo más importante.
No promete felicidad, pero sí un futuro adelante.

Si llega a una entrevista, pero no tiene ni el pregrado,
ya empezó usted perdiendo: de entrada estará descartado.
Es más que sabido que sin título nadie sirve para nada,
no se tiene ningún talento, es un iluso de mente cerrada.

Hay gente chichipata que dice explorar su propio camino,
allá esa con sus yerbas ¡a nadie le importa un comino!
Por eso es que nunca maduran, se estancan esos loquillos,
sin carrera, sin enfoque, nunca se les prenderá el bombillo.

Se la pasan de aquí para allá, en busca de convicciones;
¡Para qué, si los profesores las enseñan en sus lecciones!
Los ignorantes se consuelan: "la calle es la mejor maestra",
pero la sabiduría chorrea en el aula, a diestra y siniestra.

Vivir sin el título es la más estrafalaria de las desgracias,
es una humillación para la familia, una burla a la diplomacia.
He visto personas que dicen: "esa no es mi felicidad",
¡es una pena! son vidas perdidas, salidas de la realidad.

A usted, en cambio, la humanidad le agradecerá su cartón;
lo hará distinguirse debidamente de los ignorantes del montón;
Usted fue destinado a iluminar con sus diplomas al terco;
a salvar, con su hoja de vida, al mundo entero del estiércol.

Pobre del que muere y nunca llegó a ser profesional,
en su entierro nadie lo recordará por nada excepcional,
será un NN, un perdedor, pobre hippie, lleno de opio,
que vino y se fue sin título y sin más que un sueño propio.